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PRESENTACION DE LA PROVINCIA
La Provincia de La Pampa es uno de
los estados más jóvenes de la República Argentina, ya que accedió al reconocimiento
político en 1952.
Se ubica en el centro del país, absorbiendo las últimas caracterizaciones de la pampa
húmeda bonaerense -al extremo noreste- y los signos distintivos de la Patagonia, en la
mayor parte del resto del territorio, configurando una bisagra geográfica que la acción
de los pampeanos transforma en un puente solidario de integración de nuestro país.
Tiene una superficie de 143.440 km2, que representa el 6% del total nacional y una
población de 260 mil habitantes, en crecimiento paulatino, revirtiendo un proceso
expulsor de población, que caracterizó su territorio en décadas pasadas.
A partir de su capital Santa Rosa, las distancias a los centros importantes del país son
las siguientes: Buenos Aires 607 km., Rosario 608 km., Córdoba 610 km., Mendoza 800 km.,
Bahía Blanca 327 km., Viedma 602 km., Neuquén 534 km.
NUESTRA GEOGRAFIA
UBICACIÓN
Como se ha expresado, la provincia de La Pampa, tiene una posición mediterránea, siendo sus puntos extremos:
NORTE: Paralelo de 35º Sur entre los meridianos de 63º 23' y 65º 07 Oeste.
SUR: Punto trifinio con las provincias de Buenos Aires y Río Negro.
ESTE: Meridiano de 63º 23' Oeste, entre los paralelos de 35º y 39º 11' Latitud Sur.
OESTE: Meridiano de 68º 17' Longitud Oeste entre los paralelos de 36º y 36º 11'.
CLIMA
La provincia de La Pampa integra el
dominio de los climas templados y semiáridos.
En el sector nororiental del territorio se registran los mejores niveles de
precipitación, existiendo también buenos suelos y temperaturas agradables que han
permitido el asentamiento de la mayor parte de la población con el mayor desarrollo
productivo.
Hacia el oeste y sudoeste, disminuye el nivel de precipitaciones y calidad de los suelos,
siendo las amplitudes térmicas muy pronunciadas, típicas de los climas continentales.
Las condiciones rigurosas del medio se acentúan en el extremo oeste, donde sólo es
posible la ganadería de cría intensiva, la agricultura bajo riego y la actividad minera.
RELIEVE
Debe apuntarse que la Provincia no constituye una unidad geológica, morfológica, hídrica o climática, sino que participa de regiones que a su vez corresponden a otras provincias. Se han estimado regiones fisiográficas, cuya síntesis es la siguiente:
1) SIERRAS: Son de rocas desgastadas. Sus alturas varían de 600 m. en las Sierras de Lihué Calel (ubicadas en el departamento homónimo) a 1.088 m. sobre el nivel del mar en el Cerro Negro (Departamento Chical Có).
2) MESETAS: Existen 2 tipos: el de la meseta basáltica, relacionada con erupciones volcánicas y el de las mesetas residuales (correspondientes a la unidad geomorfológica de los médanos y mesetas residuales) como la de Luan Toro que tiene una diferencia con el medio circundante de unos 20 m. Bajo esta categoría existen otras ubicadas en los grandes valles, y en los cerros mesa, del extremo S.E.
3) LLANURA: Se localiza en el ESTE, siendo su fisonomía similar a la que presenta la provincia de Buenos Aires.
Su horizontalidad no se ve modificada por depresiones o elevaciones relevantes. En general, está cubierta por un manto arenoso continuo que se apoya en una base calcárea (tosca) entre los 6,80 y 3,00 m. de espesor.
4) VALLES: Se disponen en forma de abanico a partir del centro de la Provincia, con una dirección NE-SO. Los principales de N a S son: Nerecó, del Tigre, Chapalcó, Quehué, Utracán, Quiñi-Malal, Maracó Chico, Chilhué, Maracó Grande y Hucal.
ANTECEDENTES HISTORICOS
Los últimos hallazgos
arqueológicos de Casa de Piedra testimonian la presencia del hombre en La Pampa desde
hace 9.000 años.
Los primeros pobladores del territorio, como sustrato étnico y prehistórico, fueron
grupos tehuelches cuya distribución se extendió por gran parte de la Patagonia,
incluyendo la actual provincia de La Pampa.
Los tehuelches, que dieron el sello a la primera etapa del período indígena, anterior al
1800, no tuvieron un dominio fuerte en el territorio. Su economía natural se sustentó en
la caza de guanacos y choiques (ñandú) y la recolección de frutos silvestres. Se
desplazaron por una dilatada geografía sin dejar rastros perceptibles, más allá de
algunos testimonios de menor significancia.
El segundo período indígena tiene su apogeo entre los años 1834 a 1873, cuando grupos
de mapuches o araucanos provenientes de Chile, realizaron la araucanización de los grupos
autóctonos. Merced a la incorporación del caballo como medio de movilidad, se adentraron
en este territorio, para implementar una economía basada en el pillaje y el saqueo a las
estancias bonaerenses y conformaron los asentamientos aborígenes en lugares con abundante
agua dulce, pasto, leña, sal, etc.; como Salinas Grandes (dominio de Calfulcurá),
Leuvucó, Montes de Toay, etc..
Los ranqueles o ranquelinos ("gente de los carrizales") eran reconocidos en el
año 1700. Eran agricultores cazadores de a caballo y realizaban el trueque con otras
etnias. Su contacto con los tehuelchues y la similitud linguística con los mapuches los
tornó un grupo heterogéneo.
Las campañas militares realizadas durante la Conquista al Desierto marcaron el ocaso del
período indígena (año 1879), unos combatidos hasta el exterminio y otros condenados a
la marginación y confinamiento en el desierto.
El poblamiento moderno comprende dos etapas:
a) La primera oleada pobladora (1880 a 1899): Se inició con la mensura de las tierras y
el establecimiento de la red catastral. Se trata de inmigrantes nacionales procedentes de
las provincias de San Luis, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Santa Fé. La mayoría eran
peones de estancias bonaerenses e indígenas apaisanados.
La fuerte inmigración española que se registró a fines de la etapa, imprimió cambios
que modificarían sustancialmente el paisaje y la identidad pampeana.
b) La segunda oleada pobladora comienza a principios del presente siglo, representa la
"época de oro" de la colonización agraria y se refiere a la fuerte
inmigración europea que llegó a poblar nuestras tierras, siendo el principal destino el
sector oriental.
Debido a las leyes nacionales de inmigración, que pasaron del sistema de colonización al
de arrendamiento, nuestro territorio se convirtió en receptor de numerosos grupos de
inmigrantes que huyendo del hambre, la miseria y la persecución ideológica y social se
aventuraron a la conquista de nuevos horizontes.
Llegaron españoles, italianos, alemanes del Volga, franceses, judíos, árabes, vascos;
con el propósito de trabajar un extenso territorio. Muchos, al no poder ser dueños de la
tierra por el injusto sistema de arrendamiento, que privilegiaba la posición de los
grandes latifundistas, regresaron a sus países de origen o migraron a las grandes
ciudades.
Simultáneamente con el tendido de las líneas férreas surgen muchos de los pueblos de la
Provincia.
Desde el punto de vista cultural, y si se quiere espacial, se manifiesta una clara
diferenciación, entre el Oeste cuyo sustrato tiene origen criollo, y donde aún se
conservan elementos de la cultura aborigen, y el Este, la pampa gringa, la del inmigrante.
Con la paulatina valorización de las tierras, las actividades extensivas referidas a la
economía pastoril, fueron convirtiéndose en comerciales: cría de ganado vacuno,
monocultivo de trigo, etc.
En los últimos años la población de La Pampa ha recibido un último aporte de
inmigrantes provenientes de provincias vecinas -especialmente Buenos Aires, Córdoba y
Mendoza- como consecuencia de la caída de las economías regionales y crisis de sus
productos.
RASGOS CULTURALES
La cultura institucional de
La Pampa nace de las últimas etapas del poblamiento, que se traduce en una minoritaria
herencia aborigen y una adaptación de culturas europeas a un medio no siempre semejante
al de su lugar de origen.
Así se perfila la pampeanidad, sobria por sus orígenes, ruda por su crecimiento, agreste
por su medio, rica resultante de variados aportes.
Su patrimonio cultural se expresa en manifestaciones que es posible observar, entre otros
sitios, en las reservas naturales de Parque Luro y de Lihué Calel; en las colecciones de
restos líticos exhibidas en los museos provinciales, producto de investigaciones
arqueológicas; en las pinturas rupestres de Quehué y de Lihué Calel; en la Manzana
Salesiana de General Acha, expresión de una congregación religiosa, que tuvo ingerencia
en la Patagonia; en los pisaderos de Victorica, como área de constitución de la primera
planta urbana de La Pampa; en el Teatro Español de Santa Rosa y en el núcleo fundacional
de Toay, por su valor arquitectónico; en las lagunas diseminadas por la Provincia que
presentan valor histórico y arqueológico importante como Salinas Grandes.
A las expresiones naturales y a las materiales del hombre se debe sumar las del espíritu,
las de la creatividad humana en el mundo del arte, las letras, las artesanías. La escala
temporal muestra cómo la expresión en este sentido se va perfilando en La Pampa con un
carácter propio. Al principio la literatura y la plástica cumplían, en gran medida una
función documental. La vastedad de la naturaleza configuraba en sí un escenario mítico.
Lo fantástico residía en la experiencia tangible. La música, como siempre ocurre,
acompañó las vicisitudes de los migrantes, los cuales hallaron en su medio a los
payadores, los que cantan leyendas, mitos y las propias experiencias de la vida. Con el
correr del tiempo en una sociedad más consolidada, aparecen los artistas que se
preguntaron cómo enunciar lo que ven y sienten cada día y nace una necesidad
estilística, un enfoque particular, y con ellos un documentalismo que plasma al paisaje
desde una óptica impresionista, precedido por la figura humana y un fuerte dinamismo
cromático. La literatura continúa poblada de fenómenos naturales y la dimensión
envolvente de la llanura, pero ahora el hombre es su protagonista central. Indudablemente
el escritor toma conciencia de su condición de latinoamericano. El relato breve y la
poesía lírica prevalecen sobre la novela.
Los escritores, plásticos y músicos se organizan y agrupan, impulsados por la necesidad
de indagar su propio devenir cultural. Los músicos abrevan en la poesía regionalista y
comparten obras de caracter folclórico en las que se advierte la presencia de música
cuyana y del sur argentino. A su vez, y sucesivamente, estas obras se tornan cada vez más
estilizadas y, por ende, más originales. A pesar de que el jazz, el rock y la música
clásica han cobrado últimamente un tono relevante, es en el folclore donde se pasa, sin
intervalos, de la interpretación al hecho creativo.
En la expresión pictórica se observa una mayor multiplicación de las tendencias: desde
el impresionismo figurativo y abstracto, pasando por nuevos tratamientos del paisaje hasta
la inclusión de signos geométricos asimilados de las pinturas rupestres.
Dentro de la literatura, hay una fuerte tendencia a relevar el pasado histórico. Otra
minoritaria, hace del ejercicio de la escritura una forma de conocimiento y práctica
artística.
En las artesanías perviven elementos de las culturas aborígenes imbrincados con los
aportes culturales criollos y europeos.
Bibliografía consultada:
"Etnoliteratura Ranquel". Ana Fernández Garay - María Inés Poduje. Estudios Pampeanos. Volumen 2. UNLPam.
"La Pampa Total". Fernando Araoz.
"La Pampa en Crecimiento". Gobierno de la Provincia de La Pampa - Subsecretaría de Planeamiento - Septiembre de 1997.