Viaje
a Iriarte por Mario Barrientos.
Desde el ocaso, recuerdo la gloria.
Hace un poco mas
de un año, debido a la preparación de la Exposición de Ferromodelismo que hicimos
el 25 de mayo de 2000, conocí a Miguel Safian, quien también ha escrito sus
experiencias en viajes ferroviarios. Su incorporación a A.Fe.Na. fue inmediata,
capto nuestra ideas y nuestro pensamiento. Siempre quisimos hacer un viaje a
Iriarte, en el limite norte de la provincia de Buenos Aires con Santa Fe, por
la vías del Ex Buenos Aires al Pacifico luego Ex General San Martín, para terminar
en el lamentable presente privado provincializado o viceversa.
Un viernes como cualquier mañana, previa combinación telefónica, me levanto
y preparo mi bolso, mi cámara de fotos, mi cuaderno de apuntes, y cambio el
saco y la corbata de todos los días por el vaquero y la camisa, zapatos por
zapatillas. Y me voy a la oficina, en vez de trabajar hasta las 18:00 trabajaría
hasta las 16:00, para luego tomar el tren en Belgrano hasta Retiro y de allí
el tren hacia Iriarte a las 18:00 horas.
La jornada se desarrollo como siempre, papeles mas papeles, bancos, clientes,
proveedores y yo con mi cabeza y mi mente en el viaje, como aquel chico que
espera la nochebuena para su regalo o los reyes, así estaba este profesional
de 31 años, matriculado y todo.
Llega la hora, con Marcelo Tinelli me despido como aquel que va en busca de
la gloria, o aquel que sabe que ha jugado su mejor partido ante un estadio colmado
de espectadores. Mis espectadores están en mi mente, cada paso hasta la estación
de Belgrano es una eternidad, no llego nunca, llegue. Saco mi boleto y el servicio
no funciona, la suerte me juega un amague, cambio boleto de tren por la búsqueda
desesperada de unas monedas para el impopular, mediocre, (ya esta bien de insultos)
servicio de transporte automotor, me tomo el 130, en avenida Libertador, un
calor, arriba del colectivo, terrible. Vuelta y vueltas, semáforos y semáforos,
frenadas, arranques, quiero llegar, grito desde mi interior.
Retiro, ese lugar tan querido, para los amantes de los trenes, recuerdo las
tardes que iba a ver salir los trenes con una gaseosa y un choripan, porque
el presupuesto no daba para mas y me pasaba las tardes, después de la oficina,
viendo salir los trenes, del Mitre, luego del San Martín, "El Estrella del Norte"
"Expreso Ciudad de Tucumán", "La Brujita", "El pata de perro", "La chancha a
Venado", y en el San Martín "El Libertador", "El Aconcagua", "El Sanjuanino",
"El Cóndor", "El Martita", "El Sanrafeilino", "Sierras Grandes", luego, pedir
a algún conducto que te lleve en la Alco, el tipo iba de Saco y corbata en la
Alco RSD 16. Todos esos recuerdos en mi mente y de pronto la lluvia, se llueve
mas ahora la estación que esta reparada que hace diez años cuando era de chapa,
pero el entrar a la estación es especial, cierro los ojos (tengo que tener cuidado
que no me roben) y recuerdo esas tardes con gente llena de bolsos, valijas,
de todo, esperando su tren, el indicador de madera, con tablillas que giraban
con las paradas del tren, el motor de las Alcos, una mística, que para aquellos
que conocemos el tren es mágica. Me compro una botella de agua mineral, espero
a Miguel, son las 17:00, los nervios van en ascenso, camino por la plataforma
y allí esta en la vieja plataforma numero 1 cuatro coches turista y un furgón
silenciosos, esperan a sus pasajeros, vuelvo a cerrar los ojos, y recuerdo el
ruido del coche pullman, de los camarotes, del comedor, cuantos recuerdos si
esta parece que los tocara, pero un empujón me rompe el recuerdo, me encuentro
con la realidad, una terminal de ómnibus que vista desde la estación parece
un hormiguero. Yo con este amor que siento por los trenes no cambio un viaje
en tren por un viaje en el mejor de los ómnibus, pero esa es otra historia.
Vuelvo al hall del edificio y allí aparece Miguel, mojado como pato que salió
del agua, saludos, boletería, boleto, llamado telefónico a mi media naranja
para decirle que estoy a punto de volver a vivir la historia, - Buen viaje-
es la respuesta. No entendería lo que significa para un tipo como yo, subir
a un tren de "Larga distancia", con el mayor de los respetos a los antes mencionados.
La Alco esta a la cabeza, Miguel encara las negociaciones para llegar a subir
a la maquina, y allí vuelve con la misma sonrisa que yo hubiera puesto, en Paz,
por J.C.Paz nos subimos, gol de media cancha, son las 18:00 bocinazo, y allí
parte mi tren, nuestro tren, el mismo tren que en un momento de la vida, fue
el símbolo del progreso, el vehículo mas importante de la cultura, el tren que
movía las riquezas de mi país, de nuestro país, el mismo tren por el cual llore
cuando un decreto de "innecesidad" lo mataba porque no era rentable, el tren,
que mas. Veo un guarda, con el porte clásico de la época de Ferrocarriles Argentinos.
-Boletos, por favor-, cierra la puerta del vestíbulo y entra en el coche, nosotros
en el vestíbulo, como "colados", pero contando las estaciones para ir a la maquina.
Palermo, Chacarita, Paternal, Villa del Parque, Devoto, Saenz Peña, Santos Lugares,
Caseros, Mi Caseros, su estación, su plaza, su gente, la "Catanga" de la plaza,
y seguimos, señal a peligro antes de San Miguel, quince de espera, jugamos con
los binoculares de Miguel, bocina San Miguel y J.C.Paz, el lugar del cambio,
el lugar de ir a la maquina. Mucha gente sube al tren muchos como en otras épocas.
Miro la formación en la estación y es un tren de "Larga Distancia", un poco
mas pequeño, pero "Larga Distancia", al fin. Presentaciones de rigor con los
conductores, y nos ceden el asiento del acompañante, la bocina la salida y de
nuevo los recuerdos esta vía era una maravilla, recordaba. Paramos en Pilar,
suben mas pasajeros, mas bolsos, mas pasajeros, como si fuera el tren a la salvación.
Bocinas y empieza a utilizarse la radio, veo los postes de la señales vacíos,
ni siquiera un nido de algún pájaro, nada solo el poste, cables telegráficos
en el piso. Pareciera como que el presente quisiera borrar el pasado de los
trenes como si esa radio fuera celosa de los cables que van paralelo a las vías.
La vegetación se vuelve sumamente espesa, y de pronto la doble vía desaparece,
esta tapada de yuyos, los conductores me dicen que nunca mas paso un tren por
ahí desde la privatización.
Las estaciones han pasado a ser un triste testigo a la veda de la vía, apenas
se sabe que es una estación por el conocimiento de quien maneja no porque se
vea una estación, la vegetación no me deja ver el edificio, perdón las ruinas,
y a pesar de ello como fantasmas sorprendidos están los pasajeros, que suben
y bajan, no tienen miedo de este paisaje, y el tren tampoco, parece llevarse
por delante la selva y pasar sin importarle nada. La radio y los códigos de
autorización que ellos solamente entienden, yo no entiendo nada mi compañero
tampoco, era mas lindo el aro, el palo staff, el boleto de vía libre, la señal
era mas ferroviario, hoy no están, son un recuerdo y me da bronca. Bronca porque
la nostalgia es el motor de la historia, y nosotros tenemos nostalgia, tenemos
recuerdos y conocemos la historia y queremos corregir y avanzar pero la realidad
como lapidaria que es nos muestra que no es así, que es lo que hay y con eso
hay que salir. Paramos porque hay que bajar a sacar una cerradura de un cambio,
pasar el tren y volver a cerrar. Pienso: -el día que llueve el conductor baja,
se embarra, se moja, se arriesga, todo ello por bajar costos- soy contador,
entiendo los números, pero también entiendo el significado de la vida. Seguimos,
y los recuerdos me vuelven a la memoria como golpes de sangre. Me recuerdo viajando
en un coche pullman, mirando por la ventana el paisaje de mi país y lo comparo
con el actual y me siento estafado, porque me robaron los trenes de larga distancia
porque los pueblos ya no tienen ese entretenimiento de ver el tren parar o pasar,
porque no conozco a nadie que vaya a una terminal de onmibus a ver el onmibus,
porque ya no me paro en mi Caseros natal, a ver pasar los grandes gigantes del
San Martín, no tengo que mirar, nada mas veo los locales a Paz y Pilar, cargado
de pasajeros cansados, que lo único que sueñan es llegar a su casa.
Pero un golpe de vía me vuelve a la realidad, recordar ayuda, es cierto pero
el tren avanza como pidiendo permiso en la noche de la provincia. De pronto
Chacabuco, el tren para, mi rostro se alegra, un jefe bajan y suben mercaderías
al furgón, el tren esta vivo, el tren que yo quiero vivir esta vivo.
Bocina, silbato de guardo, punto dos y allá vamos en busca de Junin, una nueva
ronda de mates, que aplacan el hambre que tenemos, rotamos en la cabina el paisaje
es distinto, los postes pasan más rápido, los golpes de vía también, de pronto
se empieza a ver la ciudad de Junin.
Llegamos tarde, perdón atrasados, pero no importa cuanto más dure el viaje mejor
para los que somos amantes del Ferrocarril. En Junin cambia el personal de conducción
sacamos unas fotos para luego entregarle a los muchachos conductores, en la
Diosa de las vías, la Alco RSD 16. Junin, el panorama es desolador, los talleres
que fueron un pulmón en el ferrocarril, y que llegaron a tener tres turnos de
obrero, hoy a la medianoche parece estar dormido esperando el único turno que
quedo recién el lunes por la mañana, que lastima. La playa de cargas, es un
montón de vagones pero sin su fiel compañero el furgón de cola, ¿Quién no recuerda
al furgón de cola? ¿Cuántas veces saludamos al guarda? Recuerdos recuerdos que
pesan en la memoria. La estación, hermosa blanca y celeste como la bandera de
la patria, recibe el "tren de larga distancia". Saludos de conductores, promesas
de entregar las fotos, algún día en Retiro. Nuevos conductores y como "chanchos"
sin problemas seguimos en la Alco RSD 16, hasta Iriarte. Debemos hacer la maniobra
el furgón y un turista a tercera, maniobra que interrumpe el normal desenvolvimiento
del transito, ya que el paso a nivel esta pegado a la estación y el cambio para
hacer la maniobra esta del otro lado. Dejamos los coches volvemos a primera,
la gente que sube y baja, la luz de los coches cada vez más tenue, las baterías
no dan mas, y de pronto la salida. A la salida de la estación los piedrazos,
de algún inconsciente, pero seguimos, informan por radio de las piedras.
Avanzamos, vemos los cambios a ramales, campo mas campo y una pequeña brisa
entra por la ventana de la maquina y el apetito que cada vez es más. Nos ponemos
a pensar de ir a comer en Iriarte al club de la estación donde siempre hay que
comer.
Las estaciones son tenebrosas construcciones en medio de la maleza. Luego, ya
si Iriarte, y su humilde estación, con pocos pasajeros llegamos casi las dos
de la mañana, tengo hambre, el club cerrado, bajamos de la maquina y hacen la
maniobra, fotos en medio de la noche, algunos dirán estos locos sacando fotos
a esta hora, pero no importa, ni la hora ni el cansancio ni nada. El tren queda
rearmado, buscamos algo para comer y en el medio del pueblo, hay corso, carnaval,
lo único para comer panchos y gaseosa, antes que nada, pero estaba feo, un perro
es nuestro compañero de cena quien no tiene el fino paladar nuestro y como con
nosotros, satisfecho mueve la cola y se va en busca de otra mano que le de comida.
¿Por qué será que a los ferromodelistas se le pegan los perros de las estaciones?
¿No serán ferromodelistas o ferroviarios de otra vida? ¿En que estación no hay
un perro? Recién a las tres y pico de la mañana el tren saldrá de nuevo para
Retiro. Miguel, mi amigo y socio de viaje, llama por teléfono a la señora, desde
una cabina que parece robada de la historia parece una cabina inglesa, las de
Londres de las películas. Vamos silbando bajito, con nuestra gaseosa bajo el
brazo, rumbo a la estación. Hablamos con el jefe, auxiliar, señalero, cambista,
boletero, es decir con el único que hay a cargo de la estación. Nos abre el
baño donde nos refrescamos un poco, tenemos todavía un montón de horas de viaje
de nuevo a Buenos Aires. Nos sentamos en el banco de la estación como cuando
mi viejo me llevaba a la estación de Caseros, o bien a la estación de Campana,
cerca de la casa de mis abuelos. Seguramente Miguel, recordara algo parecido,
en su lugar. De nuevo volvemos en la locomotora, por lo menos hasta Junin, que
es donde cambia nuevamente el personal de conducción. El viaje es más lindo,
vemos mas gente esperando el tren en las estaciones, aparte mas gente despide
a los pasajeros, es más emocionante. El problema es el siguiente: ¿En Junin
tenemos que ir a los coches? ¿O podremos seguir en la maquina? Dependemos del
personal de conducción que suba en Junin. El ingreso a Junin es más lindo se
ven mas luces y ya hay destellos del amanecer. Llegamos y por las dudas bajamos
de la maquina a esperar la gestión de los conductores para que sigamos en la
locomotora. Ya esta amaneciendo. En Junin, asumen la locomotora nuevos conductores,
que serán los que llevaran el tren a Retiro. Los antiguos conductores le informan
quienes somos nosotros y como esperábamos seguimos en la locomotora, cumplimos
el sueño de volver a Buenos Aires en la locomotora. El paisaje, me imagino,
debería ser distinto.
La luz del día nos permitirá ver cosas que no vimos en el viaje de ida, pero
es anticiparse a los hechos. Bocinazo, punto dos, tres y la "diosa de las vías",
como yo llamo a la Alco RSD 16, se pone pesadamente en marcha. Nuevamente los
piedrazos atacan al tren, por la radio informan de los piedrazos. Algún día
entenderán que el tren sea del estado o privado no es un polígono de tiro para
que ellos practiquen su puntería. Es una muestra mas de nuestra falta de seriedad
y respeto por los demás.
Los conductores nos dicen que siempre reciben esas muestras de cariño. El sol
que nos empieza a acompañar tiene la virtud de posarse en la vía produciendo
un espectáculo hermoso, digno de cualquier aficionado al tren y porque no de
la fotografía. La vía, se ve mal y se siente peor la Alco avanza, las primeras
paradas. Los pasajeros esperan el "Caballo de hierro" los saludos los abrazos
toda esa magia que tiene el tren respecto de los demás medios de transporte.
La bocina rompe el silencio de la mañana la gente que trabaja el campo mira
el tren pasar talvez añorando como muchos que ese bocinazo fuera cada rato un
tren que circula, pienso yo. Alguna vez he visto en las películas que la gente
saluda al tren, desde el campo. ¿Será porque nunca han viajado? ¿Será porque
le llama la atención? La verdad puede ser por cualquier motivo. Cierro los ojos
y recuerdo cuando volvía en "El Libertador" y desayunaba en el coche comedor,
que días aquellos. También recuerdo sentado en el asiento del acompañante el
día que me anote para ser conductor, en la época del Ferrocarril Estatal. Soñaba
con manejar una locomotora y llegar a la estación y recibir el saludo de la
gente, pero eso es historia. Un golpe en la vía me despierta, sigue la ronda
de mate. De pronto Mercedes, hay que hacer cambios para avanzar, hay un tren
aceitero, las fotos no fallan, nuestro tren en una silueta increíble también
cae ante las cámaras. Falta poco y las estaciones tienen mas personas y más
desolación. Cabinas de señales abandonadas estaciones que parecen mas un recuerdo
de alguna película de terror en vez de una estación, nos van acercando a la
ciudad de Pilar, señal a peligro. Ingresamos lentamente a la estación. En la
vía tres un local. La señal de peligro era por la maniobra de la locomotora
del tren local. Seguimos y llegamos a J. C. Paz, para Miguel aquí termina el
viaje, el tomara el local a San Miguel y de allí un colectivo a Ituzaingo. Yo,
gracias a Dios, sigo hasta el paso a nivel de la calle Hornos en Caseros, donde
de acuerdo al diagrama esperaremos señal. Abrazos saludos de rigor y un compromiso
de hablar después. Vamos atrás de un local, como siempre, pareciera que el local
debe ir retrasando a nuestro tren, pero no importa, es mas tiempo en la locomotora,
curva del Palomar, el final es inevitable. Paso a nivel, descenso de la Alco
como un conductor mas.
El viaje llega físicamente a su final pero el recuerdo como cualquier huella
es imborrable. Me paro en el paso a nivel y veo pasar al tren de larga distancia.
Los recuerdos de este viaje golpean en mi cabeza como intentando grabarse de
por vida.
El viaje termino es cierto. Pero para quienes tenemos una especial pasión por
los trenes siempre estará en nuestra memoria.
Como dice el titulo, lo que vive años atrás es la Gloria, la Gloria de ver un
tren que une distintas partes de un país maravilloso como el nuestro, la Gloria
de ver personas que lo necesitaban y que necesitan de el. Esa Gloria que un
decreto de "Innecesidad" nos robo el tren, ese tren que era: "CUANDO UN TREN
SE MUEVE, SE MUEVE EL PAIS" "A TODO EL PAIS A TODO TREN". Ahora el país no se
mueve y los trenes tampoco, y a ningún lado del país porque el tren no esta.
Parece que la historia de nuestros trenes tiene un final lamentable: la vía
muerta.
El ocaso, es el presente donde la falta de inversión genuina ha hecho que el
tren de pasajeros pase a ser un recuerdo de la historia. Nosotros los que tenemos
ese valor de la nostalgia y sabemos que la nostalgia es el motor de la historia,
nos negamos a perder la historia de nuestro país de vuestro país. Esperamos
que algún día, algún político entienda que nos pueden robar muchas cosas pero
que mientras halla gente con nostalgia jamas, pero jamas nos van a poder robar
la historia que vivimos, y el recuerdo de ella. Gracias por haber leído esta
nota, seguramente habrá nuevos viajes, mientras halla trenes en nuestro país,
y el día que no halla, nuestra nostalgia y nuestros trenes en miniatura recordaran
la historia, para que las nuevas generaciones sepan que es lo que no se debe
hacer con un pedazo de gloria de la historia de nuestro país. (mrb@interserver.com.ar)